Me impresionó lo del suicidio de Pablo Ramdohr. No lo seguía en Twitter, pero el caso tuvo bastante resonancia en las redes sociales, e incluso algunos medios de prensa lo mencionaron ayer. Más que por el caso del suicidio en sí mismo, me resultó llamativo por el modo en que se comunicó, dado que @opiado (así se hacía llamar en Twitter) dejó un mensaje programado y que puede leerse aquí. De esta forma, el suicida logra su objetivo y lo difunde cuando nadie puede hacer nada por evitar su objetivo.
Resulta muy difícil comprender los monstruos que habitaban la "mente rota" de Pablo. Me es imposible identificarlos.
Me llamaron la atención sin embargo los comentarios, sobre todo de quienes felicitaban su decisión, considerando que ahora sí puede estar en paz. Otras personas opinaban que hacer publicidad del suicidio era un rasgo narcisista, mientras que la mayoría se dedicaba a hacer mierda al suicida (como si éste pudiera o estuviera interesado en defenderse). Ninguna opinión es definitiva en esta materia, de modo que es mejor darles el (poco) peso que tienen y seguir adelante.
El hecho me recordó una frase de Pete Townshend. El guitarrista de The Who dice que cuando compone piensa en alguien del público y se concentra en sus vivencias. Ha dicho también que cada vez le cuesta más distinguir a esa persona.
Creo que la mayoría de quienes estamos en la música escribimos pensando en alguien en particular. Tratamos de desglosar el pensamiento de una persona que, sea ficticia o real, tiene unas vivencias y unas condiciones dadas. Es por esto que las canciones no necesariamente son historias de quienes las hacemos.
Usando el método de Townshend, imaginando los pensamientos lacerantes de un suicida, que tiene que "comprar la cuerda exacta del viajar" para cumplir su objetivo, escribí y grabé en mayo de este año el tema "Abismal".
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